Jueves 25
Abril
2024
12.2º C / H 46
BS AS

Mundo

Dubai, del boom inmobiliario al sueño de sostenibilidad

- Se está construyendo en Abu Dhabi una ciudad utópica pero real, Masdar, una ciudad autosuficiente y sostenible. Nació por el alto costo energético.
Ampliar (1 fotos)
DUBAI.- Dubai ha sido durante años la gran promesa del boom inmobiliario con su archipiélago y sus penínsulas de hormigón en forma de palmera. Un desarrollo inmobiliario que atrajo millones de dólares de todo el mundo y que, como todos, sufrió el crack financiero/inmobiliario de 2008 y la necesidad de ser rescatados por el oro negro de Abu Dhabi. El costo energético de este modelo de urbanismo es tan brutal que para compensar se ha ideado y se está construyendo en Abu Dhabi una ciudad utópica pero real, Masdar, una ciudad autosuficiente y sostenible. La tarde cae con una calima pegajosa de agua y desierto en un espacio infinito apropiado por torres esmeriladas, acero reluciente, autopistas de doce vías y un metro que llega hasta el final, allá donde los parias del sudeste asiático se suben a los autobuses que les llevan a sus poblados. La ciudad enorme, construida de la nada en apenas 40 años, araña un cielo que parece puré, la mezcla de polvo del desierto, humedad y contaminación. Una ciudad hecha con el oro del siglo XX, el petróleo, pero sin él, como argumenta Alberto Izquierdo en “El extraño caso del petróleo dubaití” pues Dubai tan solo cuenta con el 3% de las reservas de los Emiratos mientras que Abu Dhabi tiene el 85% de las mismas. Esta escasez y la política de subvenciones propia de una autocracia les obliga a importar petróleo a precio de mercado, generándose un déficit insostenible, como en otras muchas áreas de este espacio desértico lleno de cubos de cristal. Lujo, ostentación, despliegue, ingeniería, construcciones vanguardistas, la más alta torre del mundo, la Burj Khalifa, de 826 m. de altura, el hotel con más estrellas, el mayor centro comercial... en un punto del Golfo Pérsico donde apenas vivían cuatro familias de bereberes y pescadores hace un siglo. Una nueva ciudad creada al amparo de esta nueva fiebre del oro donde vienen a consumirse los petrodólares. Una aberración ambiental Ambientalmente una aberración. La ciudad se extiende a lo largo de decenas de kilómetros siendo el automóvil el principal medio de transporte, básicamente todo terrenos, monovolúmenes de gran tamaño. El metro recorre la ciudad de cabo a rabo con unas instalaciones modernísimas, limpias, accesibles. Es el transporte de todos los que trabajan aquí: clases medias y bajas. Pregunto por las mujeres, en el metro no hay dubaitíes, ellas van al volante. Tampoco por las calles más céntricas. La población autóctona no llega al 20% y no se mezcla con los millones de expatriados que llegan cada poco tiempo a la ciudad. Un melting pot sin mezcla: en el escalón más bajo de obreros, albañiles, operarios, camareros y limpiadores, los paquistaníes e indios; las clases medias y profesionales de occidentales y musulmanes del Medio Oriente, las clases altas de gente de aquí. Indios y paquistaníes, jóvenes entre 20 y 30 años, pasean en grupos, cerca de la ría, posando sus ojos sobre cualquier mujer occidental con piernas al aire... no pueden traer a sus novias y su deseo se alimenta de suspiros y miradas fugaces en la playa a las mujeres con bikini. No hay mujeres con burka, pero sí con nicab, el velo que cubre toda su cabeza, menos una rajita por donde muestran ojos soñadores, muy maquillados. En el zoco cercano a los muelles, un espacio que reproduce con cemento visto lo que sería un zoco tradicional (ésta es una ciudad nueva, no se le busque pasado, no tiene, aunque pueda tener futuro). En esa zona donde se agrupan, hoy viernes, día de oración y descanso, los jóvenes parias, trabajadores del mundo, apenas hay mujeres. No hay. Se embarcan en pequeñas chalupas que cruzan la ría de orilla a orilla, apiñados, mientras echan la tarde. Contrastan en la ría los barcos viejos, cascarones donde viven y trabajan los pescadores con sus aparejos anticuados y su pobreza fotogénica, con esos enormes edificios de espejo y acero. Un contraste curioso. Bicicletas y calor Ambientalmente un disparate. Pregunto por qué no hay bicicletas y me dicen por el calor, pero Dubai es una ciudad llana, donde la gente podría trasladarse en gran medida en bici, mas la conciencia ambiental no existe, ni tampoco los ecologistas. La climatización de cada espacio cerrado te obliga a llevar una pasmina o chal que te cubra los hombros. Está todo helado y voy entrando y saliendo de los sitios con esta prenda de quita y pon. Incluso el metro y los ascensores están climatizados. Aquí se desconoce el sentido del concepto “eficiencia energética”, hasta las terrazas de los restaurantes cuentan con enormes aparatos –la luz está también subvencionada- que escupen las frigorías para refrescar el aire. La ciudad tiene unos 2.500.000 habitantes distribuidos por una suerte de castas profesionales (dubaitíes y de los emiratos, profesionales occidentales, profesionales islámicos y parias). Estos no vienen con sus mujeres, se podrían relacionar con la otra casta de las criadas, filipinas, pero no, no hay mezclas. Cada uno en su casa y dios en la de todos. Las empresas extranjeras, para instalarse aquí requieren un socio autóctono al 50%, luego están las zonas libres, con todos los sectores de la producción concentrados, comunicación, informática, financieros, tecnológicos... Muchos jóvenes españoles, profesionales recién estrenados y otros con mujer e hijos pequeños se han instalado en esta ciudad, y en Abu Dhabi, y en Qatar, como el desgraciado ingeniero que acaba de sufrir la pérdida de sus tres hijos. Llegan con toda la ilusión del mundo (un trabajo respetable y bien remunerado) y se encuentran con esta paradoja del “progreso” a toda pastilla, del crecimiento desmesurado, de las torres más altas y los centros comerciales más grandes pero sin salidas de emergencia. Los Emiratos Árabes Unidos han sabido atraer a empresas de todo el mundo. El consumo es atroz, ilimitado, hay de todo. Desalación y campos de golf El agua procede del mar y gracias a las desaladoras crecen los edificios y las calles, las palmeritas y las azaleas y hasta los campos de golf. La experiencia española en el tratamiento de aguas y la desalación nos ha permitido lograr la adjudicación de importantes plantas desaladoras en Qatar (ACS), Ajman (Ferrovial) y Abu Dhabi (FCC). En la actualidad Acciona Agua está concursando, muy bien posicionada, para dotar de agua desalada a Fujairah. Aún así, en el conjunto de la ciudad, apenas hay verde, unas cuantas palmeras, pocos parques, un golf, y pequeños jardines que son una mínima mota de color verde entre tanto cemento y asfalto. Dubai ha sido durante años la gran promesa del boom inmobiliario con su archipiélago y sus penínsulas de hormigón en forma de palmera. Un desarrollo inmobiliario que atrajo millones de dólares de todo el mundo y que, como todos, sufrió el crack financiero/inmobiliario de 2008 y la necesidad de ser rescatados por el oro negro de Abu Dhabi. Masdar, la ciudad autosuficiente El costo energético de este modelo de urbanismo es tan brutal que para compensar se ha ideado y se está construyendo en Abu Dhabi una ciudad utópica pero real, Masdar, una ciudad autosuficiente y sostenible, que ellos gustan en llamar de “Zero Emisiones”. En esta ciudad se está creando el laboratorio mundial de las energías renovables, con la instalación de IRENA, la Agencia Internacional para las Energías Renovables y una interesante mezcla de lo público y lo privado para hacer que en el futuro estas tecnologías sean viables y accesibles a todos los bolsillos y no solo a los petrodólares, informó la agencia EFE.

Compartí esta nota