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Cinco casas emblemáticas que arquitectos diseñaron para sus madres

20/10/2018 - Edificar una vivienda para los padres fue el primer proyecto serio realizado por muchos arquitectos para lograr el estrellato. En especial, las madres han sido históricamente las primeras clientas notables

No valoramos lo suficiente el rol que tienen las madres en el diseño arquitectónico. Sin embargo, el encargo de la madre del arquitecto fue el inicio de muchas de las trayectorias profesionales más notables.

Se suele decir en arquitectura que nunca hay que trabajar para la familia: los riesgos emocionales son demasiado altos, la relación laboral es demasiado volátil, demasiadas cosas pueden ir mal y la sangre y el dinero no se deben mezclar nunca.

Sin embargo, esa advertencia aparenta haber sido ignorada una y otra vez  a lo largo la historia. Edificar una vivienda para los padres fue el primer proyecto serio realizado por muchos arquitectos para lograr el estrellato.

En especial, las madres han sido históricamente las primeras clientas notables. Listas para asumir los riesgos, aceptar la innovación e incluso defender estilos novedosos y atrevidos.

En los libros de la historia de la arquitectura, las madres  dieron vía libre a sus hijos arquitectos para articular sus ideas en ladrillo y cemento, acero y vidrio.

Les mostramos algunas de las residencias más notables diseñadas para madres en todo el mundo.

La casa de Marie-Charlotte-Amélie Jeanneret en Corseaux, Suiza (1924)

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Incluso Le Corbusier debía comenzar. Esta pequeña caja de hormigón en la ribera del Lago de Ginebra proyectada para sus padres, fue el primer edificio moderno construido por Le Corbusier en su Suiza natal.

Entre los primeros ejemplos de los “cinco puntos para la nueva arquitectura”: el techo sirve tanto de patio como de jardín, posee los ventanales estrechos por la vivienda, y la introducción del plano abierto.

Los padres de Le Courbusier se trasladaron a la casa en 1924, mas su padre solo vivió allá a lo largo de un año. No obstante, fue ocupada por su madre, Marie-Charlotte-Amélie Jeanneret, hasta el momento en que murió a los 101 años en 1960.

Villa La Lac, por otra parte, es una pequeña caja de concreto en la ribera del Lago Ginebra. La propuesta que tenía Le Courbusier sobre qué es una vivienda, sino más bien solamente que una “máquina para vivir” comienza a tomar forma acá.

La casa de Rose Seidler, en Sídney (1950)

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Con libertad de diseño, el arquitecto Harry Seidler pudo desarrollar una residencia en un estilo completamente Bauhaus. Fue un diseño radical para los barrios residenciales conservadores de Australia: una casa situada libremente en la mitad de la manzana, con ventanas de suelo a techo, particiones flexibles en lugar de muros típicos, y un mural gigante abstracto pintado por el mismo Harry Seidler.

Los constructores no estaban preparados para levantar una vivienda así. La junta local intentó buscar un tecnicismo para retirar el permiso de construcción, y una vez construida, la gente hacía cola los fines de semana para verla.

La casa fue premiada con la Medalla Sulman en 1951 y está considerada como el primer edificio destacado modernista en Australia, lanzando mil casas con tejado plano y estableciendo la modulación de la vanguardia australiana con mucho aire y cristal. Seidler nunca se fue.

Aunque fuese una clienta generosa y tolerante, Rose Seidler se plantó cuando llegó a los muebles. El arquitecto insistió en que los muebles de estilo vienés no eran apropiados para una vivienda así, y los reemplazó con otros que compró en Nueva York. Rosa, no obstante, insistió en mantener sus piezas preferidas, incluyendo un juego de té y otro de cubertería

La Residencia de Vanna Venturi, en la ciudad de Filadelfia (1964)

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Esta residencia se conoce como la casa que rompió el modernismo. Fue considerada la primera obra de la arquitectura posmoderna prácticamente una década antes que despegase ese estilo. Jamás subestimes el poder del amor de una madre. En 1959, cuando murió su padre y Vanna decidió irse a una residencia más pequeña, encargó el proyecto a su hijo que tenía 34 años por aquel entonces: un maestro de universidad que no había completado ni construido ningún edificio. Deseaba ayudar a su hijo Robert en su carrera de arquitecto y así lo hizo.

Tardó cinco años en desarrollar la Casa Vanna Venturi. Cuando estuvo terminada, fue un collage de elementos modernistas, nada similar a lo que se había visto antes. Tenía los principios estéticos del modernismo -estrechos ventanales horizontales, una fachada simple- más el edificio incluyó en su decoración formas rechazadas por el estilo.

Denise Scott Brown, la pareja de Robert en su vida y en el trabajo, dijo que combinara “La parte delantera de la Reina Anna, con la parte posterior de la Reina Mary ; Miguel Ángel y una zona residencial delante y Le Corbusier y Alvar Aalto detrás”. Un par de años después, Venturi publicó “Complejidad y contradicción en la arquitectura”. El libro estableció los valores de la arquitectura posmoderna.

La casa de Carolyn Meier, en Essex, Nueva Jersey (1965)

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Entre los New York Five y el arquitecto más joven en percibir el Premio Pritzker de Arquitectura, Richard Meier, edificó esta pequeña casa para sus progenitores al unísono que abrió su despacho de arquitectura. Los progenitores, como prácticamente todos, fueron valientes y tolerantes. Aún ofrecieron adquirir todos los muebles nuevos para encajar con la vivienda. “Fueron clientes del servicio estupendos”, escribió Meier. Animado, diseñó algunos de los muebles él mismo, e inclusive pintó ciertos cuadros. A Carolyn Meier, le encantó la residencia: “mi madre siempre afirmó que todo estaba perfecto salvo una cosa, no había guardarropas suficientes”.

La casa de Rosalie Gwathmey, en Amagansett, Nueva York (1966)

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Charles Gwathmey tenía 23 años, recién salido de la escuela de arquitectura y aún sin ser un arquitecto calificado cuando construyó esa pequeña residencia en los Hamptons para sus padres con residencia y taller. Con un diseño de formas primarias: tubos, triángulos y una organización vertical que la hizo parecer una casa adosada. Fue un objeto pequeño, espartano y geométrico que se transformó en un ícono, atrayendo a peregrinos del diseño aparte de copiones. Kenneth Frampton, crítico de arquitectura, afirmó que era más contundente que cualquier otra cosa en los Hamptons.

Tras la muerte de sus padres, Charles Gwathmey se trasladó a la vivienda y el día de hoy está ocupada por su viuda, otra señora guardiana de la arquitectura.


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