martes 29 de julio de 2025

Arquitectura

El Obelisco de Buenos Aires si hubiera sido diseñado por arquitectos emblemáticos de la historia

Un viaje visual realizado por inteligencia artificial donde el monumento porteño muta en estructuras futuristas, escultóricas, minimalistas, barrocas o brutalistas, según el estilo de cada autor.

¿Qué pasaría si uno de los íconos más representativos de Buenos Aires hubiera sido diseñado por otras mentes maestras de la arquitectura mundial? Ese fue el disparador para un ejercicio visual y creativo que reimaginó al Obelisco desde la mirada de figuras tan diversas como Zaha Hadid, Frank Gehry, Le Corbusier, Oscar Niemeyer, Tadao Ando, Santiago Calatrava, Norman Foster, Antoni Gaudí, Ruy Ohtake y hasta Lina Bo Bardi.

El resultado: un viaje visual realizado por inteligencia artificial donde el monumento porteño muta en estructuras futuristas, escultóricas, minimalistas, barrocas o brutalistas, según el estilo de cada autor.

Obelisco de Buenos Aires: Un ícono reinterpretado

Inaugurado en 1936 y proyectado por el arquitecto Alberto Prebisch, el Obelisco fue construido en solo 31 días como un gesto de modernidad para una Buenos Aires en plena transformación. Pero, ¿cómo se vería hoy si su diseño hubiera caído en manos de los grandes nombres de la arquitectura internacional?

Gracias a herramientas de inteligencia artificial, se generaron imágenes de una versión alternativa del Obelisco para cada uno de estos arquitectos, manteniendo su ubicación original en la intersección de las avenidas 9 de Julio y Corrientes.

Obelisco de Buenos Aires: Versiones imaginadas por arquitectos

-Zaha Hadid lo transformó en una estructura fluida, con curvas orgánicas que parecen desafiar la gravedad. Un Obelisco futurista y dinámico, en diálogo constante con el espacio urbano.

-Frank Gehry aportó su caos controlado: un monumento fragmentado, con placas ondulantes de metal que brillan al sol, más escultura que hito vertical.

-Le Corbusier lo pensó sobrio y geométrico, una torre funcionalista de concreto con formas puras y proporciones moduladas, alineado con su lenguaje modernista.

-Oscar Niemeyer lo redibujó como un volumen sensual y curvo, una suerte de espiral monumental que evoca la poesía del concreto en movimiento.

-Tadao Ando propuso una pieza de hormigón visto, mínima y precisa, atravesada por el juego de la luz y la sombra: un Obelisco contemplativo.

-Santiago Calatrava ideó una estructura que remite a un esqueleto blanco y tenso, lleno de movimiento y ritmo estructural. Un Obelisco en vuelo.

-Norman Foster apostó por un prisma de vidrio y acero, un monolito translúcido de alta tecnología, que captura la modernidad del skyline porteño.

-Antoni Gaudí lo reinventó como una torre orgánica de mosaicos, con formas naturales que parecen brotar de la tierra misma, culminando en una cruz simbólica.

-Ruy Ohtake ofreció una espiral roja vibrante, cargada de movimiento, color y expresividad tropical, en plena avenida 9 de Julio.

-Lina Bo Bardi (imaginada) lo habría convertido en un volumen abierto, austero y popular, posiblemente con escaleras visibles o funciones colectivas. Un monumento vivo.

Un ejercicio para pensar la ciudad

Esta serie no pretende borrar la historia ni reemplazar el Obelisco original. Por el contrario: busca destacar cómo la arquitectura es capaz de expresar ideas, culturas y visiones del mundo. Imaginar el mismo objeto desde distintas sensibilidades nos invita a reflexionar sobre el rol simbólico de la arquitectura en el espacio urbano.

En tiempos donde la inteligencia artificial permite estas exploraciones visuales, el ejercicio se vuelve también una forma de pensar el futuro: ¿cómo se construirán los íconos de las próximas décadas? ¿Serán colaborativos, mutantes, o quizá virtuales?

Mientras tanto, el Obelisco sigue firme en el centro de Buenos Aires, ahora también como punto de partida para jugar con la imaginación arquitectónica global.

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