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Obras y Proyectos

Polémica entre los vecinos de Recoleta por la construcción de una torre en una mansión

30/04/2017 - Se trata de la casona de Aberg Cobo, sobre la avenida Las Heras al 1700; si bien se mantendrá la fachada, detrás se levanta un edificio de 10 pisos y dos subsuelos.

ARGENTINA.- En Recoleta, sobre la mansión de los Aberg Cobo, se construye una torre de 37 metros de altura con dos subsuelos para cocheras. A su vez, los amplios salones franceses de la residencia, testigos de glamorosos cócteles y desfiles de moda, serán divididos para venderse como departamentos. La casona es considerada uno de los pocos hotel particuliers que sobreviven en la ciudad de Buenos Aires. El edificio está protegido y catalogado como "singular" pero, el gobierno porteño autorizó la demolición de una de sus partes. Los vecinos y las ONG cuestionan la obra y temen perder el aire y la luz que brinda su pulmón de manzana.

Detrás del palacete de cuatro plantas fue derribada la casa donde, a principios de siglo, vivían las catorce personas del personal de servicio de la familia. Encima de esa construcción crece un edificio de 10 pisos, lofts con vista a la parte trasera de la mansión, inmueble que, a su vez, conservará la fachada y su lujosa entrada principal, de uso para quienes habiten tanto la residencia como la torre. En total habrá trece unidades a la venta con un nuevo espacio verde, la terraza que se refacciona sobre la mansión, y que fue habilitada por la Ciudad.

Según fuentes del mercado inmobiliario, la venta de la mansión de la avenida Las Heras 1722 se habría realizado por unos cinco millones de dólares, mientras que la inversión total de los desarrolladores sería de 12 millones de dólares. Los departamentos, listos para ser habitados en dos años, costarán entre 300.000 dólares y 2 millones de dólares para uno de los pisos completos de la residencia con una superficie 400 metros cubiertos.

"El proyecto conjuga lo antiguo con lo moderno. Para eso se pondrá en valor el exterior y las áreas nobles, especialmente la entrada compuesta por un hall, el ascensor, la escalera de una pieza de madera, las arañas de época y los pisos originales", explicó José Ignacio Miguens, del estudio Lacroze, Miguens, Pratti. "El tamaño de los ambientes es tan grande que, en el espacio que antes ocupaba uno de los baños, haremos un departamento", agregó el arquitecto, a cargo de la remodelación del edificio del Consulado Argentino en Nueva York, entre otras obras emblemáticas.

La mansión tiene protección estructural grado 3 por la llamada ley Anchorena. De acuerdo con lo estipulado por la Dirección General de Interpretación Urbanística porteña, el edificio está rodeado por otros tres "consolidados", es decir que al entorno no le afectaría una torre más. A un costado hay un edificio de 100 metros de altura y, del otro, uno de 9 pisos. Atrás se alza un departamento de 8 plantas, es decir 37 metros de altura, la misma que tendrá la flamante obra.

Sin embargo, para Carlos Blanco de Basta de Demoler, ONG defensora del patrimonio urbano, "los hotel particuliers deben estar protegidos por ley. Las interpretaciones urbanísticas de los organismos del gobierno no son legales ya que, mediante una norma administrativa de menor rango modifican una ley". Para el especialista, cuando se cataloga un edificio, también se cataloga

su parcela de tierra, o sea los jardines exteriores y patios, espacios que también merecen ser preservados.

En ese sentido, los vecinos temen perder no sólo un ícono del barrio, sino también el espacio verde que representa su pulmón de manzana: "Dentro de poco no vamos a poder ni respirar con tanta polución, tanto ruido y tanta torre. Hace más de 50 años que estamos acá, cambió muchísimo todo. La casona es para nosotros un símbolo elegante del barrio, de una época pasada. Deberían controlar lo que construyen", dijo Isabel Ballester Molina.

"Lo lamento muchísimo, me parece uno de los pocos edificios históricos que quedan. Me da pena que cambie la fisonomía de la ciudad", agregó Mariana, quien se negó a brindar su apellido. A su vez, María Carmen de Lorenzo, consideró que "es una picardía, porque se destruye una mansión que es divina, queda el edificio metido dentro del pulmón de manzana lo cual es ridículo, incluso para el que compra". Para Eduardo Mujica, en cambio, la obra le es indiferente: "Opine lo que uno opine lo van a hacer igual. Mientras que no tiren la fachada, que lo hagan, me da lo mismo."

La mansión forma parte de un conjunto de casonas históricas que sobreviven en la parte angosta de la Av. Las Heras, entre la Av. Callao y Rodríguez Peña, a metros de la tradicional plaza Vicente López. Frente a lo de Aberg Cobo subsisten dos petit hotel, separados por un moderno hotel internacional. Uno es sede de la Universidad Nacional de las Artes, edificio que en el 2009 corrió riesgo de ser demolido. A diferencia de los petit hotel, construcciones más pequeñas, los llamados hotel particulier eran casas suntuosas destinadas a grandes familias y a su personal de servicio. Se caracterizan por tener importantes recepciones, patio, jardín. Estaban construidas sobre doble lote, aunque ahora la mayor parte de ellas haya quedado atrapada entre medianeras. La Embajada de Rusia y el palacete de Basavilbaso 1233 son uno de los pocos ejemplos de este tipo de edificación que perduran en la ciudad.

La casona fue habitada por sucesivas generaciones hasta que, a partir de 1993 comenzaron a alquilar el palacete para realizar fiestas y eventos. Para ello, se lo recicló en dos oportunidades. En la sala francesa, el salón boiserie, el salón inglés y el salón vitraux se realizaron desfiles a beneficio de diversas obras de caridad.

Fuente: La Nación 



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